Descripción
SEXTANTE DE CESE.
Moneda: Sextante.
Ceca. Cese. (Tarraco). 120 – 20 a.C
Material: Zamak
Inscripciones:
Anverso: Anepígrafa
Cabeza masculina a derecha, detrás dos puntos.
Reverso: Anepígrafa.
Delfín a derecha debajo leyenda ibérica: CeSE.
La ceca de Kese se identifica con un asentamiento ibérico todavía poco conocido situado en el solar de Tarragona, al sur de la ciudad imperial, donde en tres intervenciones urbanas se localizaron, cerca del puerto, algunas construcciones ibéricas y materiales que se fechan desde el siglo V a.C. hasta época imperial . Fue la capital de Cessetania y es probable que deba relacionarse con la ciudad que aparece citada en las fuentes como Kissa/Cissis, con motivo de la Segunda Guerra Púnica. Recientemente se ha valorado la importancia de la ciudad ibérica localizada en Valls (El Vilar) y la posibilidad de de localizar allí Kissa/Cissis . No obstante, hay pocas dudas de que las acuñaciones de los siglos II y I a.C. se realizaron en Kese/Tarraco y de que este fue el emplazamiento de la colonia Tarracon, Scipionum opus (Plinio 3.76). La existencia de acuñaciones con leyenda taŕakonśalir o kese han originado una discusión sobre si ambas corresponden a una misma ciudad o a dos. Aquí nos inclinamos por considerar que ambas deben referirse al mismo lugar.
La fecha de emisión de las monedas más antiguas de bronce es incierta. Se ha seguido la cronología alta que propone Villaronga, aunque no es segura. Los hallazgos procedentes de tesoros y de campamentos romanos (Numancia y Cáceres el Viejo), así como de contextos arqueológicos permiten establecer un período de acuñación continuado desde finales del siglo III a.C. hasta mediados del siglo I a.C. Para la producción de mediados y segunda mitad del siglo I a.C. no se dispone sin embargo de evidencias que contribuyan a ordenar las series. Las emisiones ausentes del tesoro de Azaila (con símbolo epigráfico de peso ligero de ca. 8 g) y presentes en algunos contextos arqueológicos sugieren que la ciudad continuó acuñando después de las Guerras Sertorianas, por lo menos hasta mediados del siglo I a.C.
Se conocen dos formas toponímicas. La primera es taŕakonśalir, que se utilizó de forma puntual, a finales del siglo III a.C., en dracmas de imitación emporitana; la segunda es kese, con alguna variación (keesse), que comenzó a emplearse en ese mismo período, manteniéndose sin cambios hasta finales del siglo I a.C. Con la leyenda kese se acuñó la práctica totalidad de las monedas de esta ciudad.
Durante los siglos II y I a.C. se produjeron denarios y quinarios de plata y una copiosa cantidad de emisiones de bronce. En conjunto, Villaronga distinguió 39 emisiones. Las primeras emisiones de denarios de Kese se realizaron entre ca. 195 y 170 a.C., en un momento contemporáneo o quizás posterior a Iltirta, según se desprende de su presencia en el tesoro de “Francolí” en el que las monedas romanas más recientes se acuñaron ca. 179-170 a.C. El reducido número de cuños de los denarios (31 de anverso) de excelente ejecución en todos los casos, y la uniformidad de los diseños permiten creer que se fabricaron en un período relativamente corto de tiempo. A partir de estas características se deduce que fue una acuñación para responder a pagos puntuales y bastante circunscritos en el tiempo, quizás el pago a las tropas, el desarrollo urbano de la ciudad o trabajos relacionados con la transformación del territorio.
De la producción monetaria de Kese sorprende que, frente a una acuñación de plata no muy voluminosa, realizara continuas y extensas emisiones de bronce, articuladas en una completa escala de denominaciones. Los cuños de las monedas de bronce no han sido estudiados, pero la variedad de emisiones y el elevado número monedas que se conocen sugiere que fue una de las emisiones más importantes de la Península Ibérica. El gran volumen de emisión y la continuada producción de moneda de bronce debe ponerse en relación con el hecho de ser una plaza de gran importancia para la presencia romana en Hispania y para la gestión administrativa de la Citerior, con un importante trasiego de tropas y funcionarios. Todo ello se tradujo en una gran actividad urbana para la que la moneda de bronce se hizo imprescindible, como lo sugiere la acuñación de divisores tan pequeños como doceavos (ca. 1,37 y 1,56 g).
Las monedas de Kese circularon en mayor medida en el área catalana situada al norte de la ciudad, desde el río Segre hasta el mar, donde ejercieron una fuerte influencia. El elevado volumen de acuñación de Kese explica su dispersión hasta áreas bien alejadas, hacia el sur. Algunas de sus monedas presentan en anverso las marcas S·C puntillada y SS. Su origen se ha relacionado con la minería, lo cual parece estar avalado por el hecho de que algunos hallazgos proceden de la zona minera de Sierra Morena oriental y por el posible desarrollo de las abreviaturas en S(ocietas) C(astulonensis) y S(ocietas) S(isaponensis).
Excepto una rara emisión de bronce con anverso cabeza barbada, que parece seguir un peso alto (21,29 g), considerada como unidad y media, las restantes acuñaciones de bronce siguieron un sistema ponderal más ligero que el romano republicano, que fue reduciendo su peso hasta estabilizarse en torno a 11-12 g. Todo parece indicar que los elevados pesos de los ases romanos no fueron adecuados para las necesidades de la ciudad y se optó por emitir unidades con un peso equivalente a un semis romano, siguiendo también su evolución ponderal. Hacia mediados del siglo I a.C. el estándar de peso de las unidades se redujo a ca. 8 g.
Los diseños, además del significado propio de sus motivos iconográficos, también se emplearon con la finalidad de identificar las denominaciones acuñadas. Fueron muy sistemáticos desde un principio. El jinete portador de un segundo caballo se empleó para las monedas de plata, tanto para denarios como para los quinarios. El jinete con palma se adoptó para representar a las unidades, la base del sistema de bronce; el caballo piafando para las mitades; el caballo pastando para los tercios; el medio Pegaso para los cuartos; el delfín para los sextos y el caballo saltando para los doceavos.
En las acuñaciones de bronce destaca la gran diversidad de símbolos figurativos y epigráficos utilizados en sus múltiples emisiones como complemento de los diseños principales. Se creó un código iconográfico con muchas lecturas, entre ellas la referencia a posibles magistrados, según el modelo empleado para identificarlos en las series republicanas. Los símbolos figurativos fueron 15 (entre ellos palma, cetro, racimo de uvas, timón, haz de rayos, clava, punta de lanza, ánfora, casco, corona, cornucopia y proa). Los símbolos epigráficos también fueron numerosos, 14, con uno o dos signos, y excepcionalmente tres. Podrían corresponder a otra forma de identificar a las personas responsables de la acuñación mediante la inicial de su nombre. Todos los símbolos se aplicaron en el anverso de las unidades y de todos los valores inferiores. El hecho de que los símbolos figurativos también se encuentren en las acuñaciones romanas republicanas iniciales, identificando a los triunviri monetales, permite caracterizar un modelo autóctono conformado a partir del modelo simbólico romano. Los símbolos permiten agrupar con relativa facilidad las diferentes denominaciones en emisiones.
La influencia romana también se percibe en el sistema de fraccionamiento de las monedas de bronce, al adoptar marcas de valor para identificar las denominaciones más pequeñas, aquellas que se prestan a más confusión, al reducirse la diferencia de peso entre ellas. Se conocen divisores con marca de valor cuatro puntos (tercio), tres puntos (cuarto) dos puntos (sexto) y un punto (doceavo). Los pesos de estos divisores se vinculan con el que tienen sus respectivas unidades, de jinete con palma.
moneda ibérica. org
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